30.1.13

Espiral del silencio

La espiral del silencio es un concepto desarrollado por Elisabeth Noelle-Neumann, especialmente interesante para los sociólogos, los políticos y los periodistas.

Cuando se dice que el periodismo es el cuarto poder, lo que aparece detrás de esta mágica capacidad para cambiar la opinión y mover a la sociedad es, en su mayor parte, la puesta en práctica de este concepto.

Cuando un político quiere hacer algo que sus votantes no admitirían, a lo que recurren es a este principio.

Cuando ves algo que no encaja, y que sin embargo es aceptado por todos, lo que sucede una vez más es la espiral del silencio.

Simplificándola lo más posible, la espiral del silencio es una reacción de los individuos que participan en una sociedad y que no se atreven (o no pueden) expresar su opinión por miedo a sentirse rechazados o aislados.

Para entenderlo en su totalidad, habría que retroceder a la explicación de una serie de principios como son: el rechazo social, los mecanismos de control, la socialización, conducta desviada... y ahondar en lo que son y las funciones que desempeñan los medios de comunicación.

No obstante, intentaré enlazar todos los cabos sueltos para dar una visión lo más completa de lo que es "la espiral del silencio" para el lector no versado en temas de ciencias sociales.

En primer lugar, hay que entender que la sociedad no puede soportar (a nivel estructural) la existencia de individuos que requieran de un trato singular. Desgraciadamente, todo aquel que levante la cabeza por encima de la de los demás corre el riesgo de que se la corten.

A este principio es al que se le denomina "control social", y consiste en mucho más que en las normas de tráfico, las leyes y las normas de cada sitio: es la voluntad de toda una sociedad para mantener un orden ya establecido (previo a la propia sociedad o instaurado por la misma) y que tiene por objetivo igualar las conductas de todos los individuos que participan en dicha sociedad.
Aquellos que se dan de bruces con la norma establecida, y que en lugar de abnegarse y dejarse llevar por lo que otros dicen, deciden enfrentarse e ir contracorriente se les denomina "desviados sociales".
Estos pueden ser de todo tipo: desde los movimientos punk (muy característicos), los rockeros, los hippies, lo bohemios (los de verdad), los perroflautas... hasta los ateos (sobre todo hace 50 años en España), los agnósticos, los filósofos, los artistas (los de verdad, insisto), los que van andando pudiendo ir en bus, los que cruzan por la calle sin esperar a que el semáforo se ponga en verde, los que pregunta "por qué" a todo... a fin de cuentas, todos aquellos que rechazan los objetivos marcados por una sociedad como buenos, así como todos aquellos que rechazan los mecanismos sociales aceptados como buenos para lograr esos fines. En sociología, a estás personas se les llama "rebeldes".

Hasta este punto, resumimos: la sociedad coarta toda conducta que no sea "normal".

Bien, después de esta retahíla de conceptos, pasamos a los medios de comunicación.
Según Piere Bourdieu, un sociólogo Francés que murió en 2002, en un artículo que no tiene desperdicio: "La opinión pública no existe", plantea que en realidad lo que se entiende como opinión pública no es lo que piensa todo el mundo (o la mayoría), sino una idea que se avala con el falso testimonio del apoyo consensuado de toda la sociedad. En otras palabras: si te dicen que la tierra es plana, y todo el mundo lo afirma, sea o no verdad, al pobre Galileo le mandas a freír espárragos.

Sin duda, cualquiera dice: "menuda tontería, la tierra es ovalada y se puede demostrar". Pero si en lugar de esa frase se dice: "el universo surgió en el big bang", todo el mundo asiente, cuando en realidad existen numerosas teorías con más apoyo teórico que la contradicen. En la ignorancia, la vergüenza de equivocarse, y el miedo al fracaso radica el fundamento psicológico que permite que una opinión, tildada de unánime, cohiba la difusión y la expresión de otras opiniones distintas o enfrentadas.

Y esto es, por fin, la espiral del silencio.
Cuando unos hablan, otros callan, y cuando por fin se callan, al no haber nadie que diga "eso no es cierto" o "yo pienso otra cosa" por las razones anteriormente citadas, se produce un silencio que no tarda en volver a llenarse con las palabras de los que hablaron antes.

De este modo, y aplicándolas a la sociedad, las personas suelen repetir los argumentos socialmente aceptados para ensalzarse o popularizarse, o al menos no caer en vergüenza y aislamiento. El resultado final consiste en un desenlace trágico en el que dos opiniones (o más) enfrentadas terminan siendo una sola como consecuencia directa de lo que dicen los que no saben y lo que callan los que si saben (o al revés, en ocasiones la razón "tiene razón", aunque sean las menos).

Creo que las ideas están bastante bien hiladas y que no hay lagunas en la exposición que, si has tenido la paciencia de leer (gracias), explica muy a grandes rasgos (como siempre en este blog) el concepto de "espiral del silencio", tan perjudicial para los que de verdad forman la opinión pública y que tanto nos afecta diariamente en todo lo que decimos, callamos, pensamos u opinamos.


Con un poco de suerte, alguno de los lectores recordará este concepto cuando sus amigos le hablen de deporte, de política, de cotilleos o de cualquier cosa en la que participen más de dos personas.

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